DECRETO ACERCA DEL MARTIRIO.
CONGREGACIÓN PARA LA CAUSA DE LOS SANTOS DE ZAMORA.
DE LA BEATIFICACIÓN O DECLARACIÓN DEL MARTIRIO DEL SIERVO DE DIOS
JOSÉ SÁNCHEZ DEL RÍO.
LAICO CRISTIANO.
(1913-1928)
Decreto acerca del martirio.
"Resígnate a la voluntad de Dios. Muero muy contento, porque muero en la batalla según la voluntad de Cristo".
Las palabras que escribió José Sánchez del Río a su madre un poco antes de morir, expresan admirablemente aquel peculiar amor a Cristo, que lo levantó e impulsó para enfrentar impávido la persecución. A imitación de los jóvenes Ananías, Azarías y Misael, que fueron arrojados al horno de fuego ardiente antes de negar al único y verdadero Dios (cfr. Dn. 3,16-18), él prefirió morir con tal de no romper el vínculo de unión con el Señor y su Iglesia. Por tanto, ofreció su vida por el Reino de Cristo, aceptando la palma del martirio, que tan esforzadamente anheló.
Este discípulo del Redentor nació en la parroquia de Sahuayo, Michoacán, México, el 28 de marzo de 1913. Pasados algunos días de su nacimiento, recibió el bautismo y aproximadamente a los cinco años de edad, el sacramento de la confirmación. A causa de la difícil situación civil de aquel tiempo, emigró juntamente con su familia a Guadalajara, en donde cursó sus estudios de primaria en una escuela parroquial y completó su iniciación cristiana acercándose a la mesa de la Eucaristía. Fue diligente en sus estudios, amable con sus compañeros, obediente con sus padres. Fue asiduo en la recepción de los sacramentos. Participó activamente en la vida de la parroquia y sobresalió por su peculiar devoción a la Santísima Virgen María, a la que frecuentemente invocaba en el rezo del Rosario, principalmente en la advocación de Santa María de Guadalupe.
Queriendo seguir el ejemplo de su hermano, casi al cumplir los catorce años, expresó su deseo de luchar en defensa de la fe de los derechos de los católicos. Así respondió a su madre, que se oponía a sus deseos, a causa de su corta edad: "Madre, nunca como ahora está tan fácil ganar el cielo". Después de mucho insistir, se le admitió entre los soldados llamados vulgarmente cristeros y se le encomendaron los oficios de corneta y porta bandera.
El 6 de febrero de 1928, en una batalla de la milicia cristera con el ejército regular, mataron el caballo del general católico. El Siervo de Dios le dio su cabalgadura y así le salvó la vida, mientras que a él lo tomaron preso. Y así el Siervo de Dios quedó encerrado en el presbiterio de la parroquia de Santiago Apóstol como cárcel. Cuando vio algunos gallos y el caballo del diputado Rafael Picazo Sánchez encerrados dentro de los muros de la Iglesia, no pudiendo soportar tal profanación, se esforzó por defender el honor de la Casa de Dios. Fue condenado a muerte en un juicio sumario. En el tiempo de su cautiverio se fortalecía con la oración y pudo recibir el Sagrado Viático.
La tarde del 10 de febrero fue llevado al cementerio de la ciudad para darle muerte. En el camino se rehusó a blasfemar y cuando los soldados lo golpeaban, exclamaba: "¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!! Los militares intentaron matarlo a puñaladas para que no se escucharan los disparos, pero él, aunque recibía las heridas, cantaba himnos y alabanzas a Cristo Rey y a la Santísima Virgen, por lo cual el jefe del pelotón perdió la paciencia, lo atacó a balazos y lo mató.
El pueblo de Dios inmediatamente lo tuvo como verdadero mártir de la fe. Y habiéndose reafirmado esta fama con el correr de los años, el Obispo de Zamora el año 1996 introdujo la Causa de beatificación o declaración de martirio y realizó el Proceso Diocesano. La congregación para las causa de los santos reconoció la autoridad y legitimidad de dicho proceso por decreto del 29 de noviembre del 2002.
Una vez escrita la posición, se discutió como de costumbre acerca de la afirmación del martirio del Siervo de Dios. Más adelante, a instancias del Postulador y con el consentimiento de los actores, esta Causa se unió a los siervos de Dios Anacleto González Flores y siete compañeros, que sufrieron el martirio en la misma persecución y en el mismo país. EL 15 de mayo del 2004 se realizó la Reunión Especial de los Teólogos Consultores, con resultado favorable y el día 15 del siguiente mes de junio, siendo Ponente de la Causa el Excelentísimo Señor Bocaccio, Obispo Frusinatense - Verulano - Ferentino, se celebró la Sesión Ordinaria de los Padres Cardenales y Obispos, los cuales reconocieron que José Sánchez del Río había sido asesinado en odio a la fe.
Al informar el suscrito Cardenal Prefecto de todos estos asuntos, quedó enterado el Sumo Pontífice Juan Pablo II y accediendo a las súplicas de la Congregación para las Causas de los Santos, las ratificó y mandó que se redactara como es debido el decreto acerca del martirio del siervo de Dios.
Una vez realizado debidamente este decreto, el día de hoy llamó a su presencia al Cardenal Prefecto, al Ponente de la Causa, a mí, Obispo Secretario de la Congregación y a los demás que se deben convocar habitualmente y estando todos presentes, el Beatísimo Padre declaró solemnemente: Que consta del martirio y del motivo que se tuvo, del siervo de Dios José Sánchez del Río, laico cristiano, en el caso y para el efecto de que se trata.
Mandó su Santidad que se publicara este decreto y que se inscribiera en las notas de la Congregación para las Causas de los Santos.
Dado en Roma, el 22 de junio de 2004.
José Card. Saraiva Martins.
Prefecto.
Aduardo Nowak.
Arz. Tit. Lunense.
Secretario.