MARTIRIO DE JOSÉ SÁNCHEZ DEL RÍO.
Y por fin llegó la hora del martirio.
«Los militares y los de la acordada no se animaron a ejecutarlo a las 8:00 p.m. como habían planeado y esperaron a que el pueblo estuviera recogido después del toque de queda que lo daban a las 9:00 p.m. y se esperaron hasta las 11:00 p.m.; cerca de las once de la noche le quitaron los zapatos y le rebanaron las plantas de los pies con un cuchillo, para hacerlo claudicar de su fe, y ya no gritara vivas a Cristo Rey y a Santa María de Guadalupe, querían que gritara ¡viva el suprema gobierno!, pero él no se rindió.
Lo sacaron del mesón y lo obligaron a caminar con sus pies desollados y a golpes por la calle de Constitución, que en ese tiempo quedaba derecho al cementerio municipal. Los verdugos querían hacerlo apostatar a fuerza de crueldad inhumana, pero no lo lograron.
El diputado Rafael Picazo no se presentó en el panteón, pero había dado órdenes a sus verdugos de “La acordada”, que mataran al niño José Sánchez del Río.
los hombres de Picazo martirizaron al niño: apuñalando con verduguillos el delgado cuerpo del adolescente, le picaban sus partes carnosas: las piernas, los brazos, las partes no vitales, pues lo que querían, era hacerlo sufrir, a cada puñalada José gritaba con más fuerza: “¡Viva Cristo Rey! ¡Viva la Virgen de Guadalupe!”, le daban culatazos y chicotazos.
Luego el jefe de la escolta llamado Alfredo Amezcua, apodado "la Aguada", quizá movido por la entereza del jovencito o por maldad, se acercó y le preguntó qué le mandaba decir a su papá como última voluntad. El niño le contestó firmemente: "que nos veremos en el cielo", y si al estar siendo martirizado, ya no pudiera hablar, el movimiento de mis manos grite "Viva Cristo Rey".
Alfredo Amezcua, apodado "la Aguada",
En ese mismo momento para acallar aquellos gritos que los enfurecían, Rafael Gil Martínez “el Zamorano” sacó su pistola y le disparó en la cabeza, dándole el tiro de gracia. José cayó bañado en sangre. Eran las once y media de la noche del viernes 10 de febrero de 1928. A los 14 años 11 meses de su nacimiento.
Rafael Gil Martínez “el Zamorano”, quien dio el tiro de gracia al niño José en la cabeza.
Pbro. José Luis Villaseñor Castellanos.